Nuestra última etapa de nuestro camino comenzó mal: unos "peregrinos" sin educación decidieron al levantarse encender la luz y despertar a los demás con sus voces.
Después de mi consiguiente cabreo y un buen desayuno, emprendimos marcha hacia tierraa compostelanas. Al poco de salir de Arzúa encontramos a otros bicigrinos, Pedro y José; unos vascos que salieron de Sant Jean Pie de Port y llevaban más de 800 km. Pues hicimos toda la etapa a su lado mientras pasábamos por maravillosos bosques de eucaliptos y formidables caminos muy aptos y cómodos para transitar en bici.
Después de charlar sobre todo y de subir las últimas cuestas (muy puñeteras), llegamos al Monte do Gozo.
Después de bajar y entrar a Santiago por rotondas y calles llenas de coches, llegamos a la ansiada Plaza del Obradoiro, donde pudimos contemplar la maravillosa portada barroca del mismo nombre con la satisfacción de saber quecel sufrimiento había merecido la pena.
Una vez allí, y después de haber conseguido la Compostela nos fuimos a celebrar el fin del Camino con un Albariño, un pulpito y unos chipirones deliciosos.
Nos despedimos de nuestros amigos los bicigrinos con la sensación de que el Camiño das estrelas nos había aportado cosas nuevas a nuestra vida y con ganas de repetirlo, pero sin olvidar que el Camino está en nuestra vida día a día. "Caminante no hay camino, se hace camino al andar". (o pedalear).
-- Desde Mi iPhone
Después de mi consiguiente cabreo y un buen desayuno, emprendimos marcha hacia tierraa compostelanas. Al poco de salir de Arzúa encontramos a otros bicigrinos, Pedro y José; unos vascos que salieron de Sant Jean Pie de Port y llevaban más de 800 km. Pues hicimos toda la etapa a su lado mientras pasábamos por maravillosos bosques de eucaliptos y formidables caminos muy aptos y cómodos para transitar en bici.
Después de charlar sobre todo y de subir las últimas cuestas (muy puñeteras), llegamos al Monte do Gozo.
Después de bajar y entrar a Santiago por rotondas y calles llenas de coches, llegamos a la ansiada Plaza del Obradoiro, donde pudimos contemplar la maravillosa portada barroca del mismo nombre con la satisfacción de saber quecel sufrimiento había merecido la pena.
Una vez allí, y después de haber conseguido la Compostela nos fuimos a celebrar el fin del Camino con un Albariño, un pulpito y unos chipirones deliciosos.
Nos despedimos de nuestros amigos los bicigrinos con la sensación de que el Camiño das estrelas nos había aportado cosas nuevas a nuestra vida y con ganas de repetirlo, pero sin olvidar que el Camino está en nuestra vida día a día. "Caminante no hay camino, se hace camino al andar". (o pedalear).
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